A día de hoy, recién
cumplidos los 40, mi mente se quedó en los 20. O en los 25 si mucho me apuras.
Mi mente no asimila esta incoherencia.
Cada vez que me miro en
el espejo, reconozco menos a esa persona que antes llevaba melena y ahora
manifiesta alarmantes claros. Esa persona que tenía un cuerpo esterilizado,
atlético, y ahora entabla una feroz lucha a diario con la báscula. Ese chico
que brincaba, corría y gritaba sin cansarse. Ese que comía lo que quería, sin
pensar en calorías. El que no gemía cada vez que se levantaba de un asiento. Ya
no reconozco esas arrugas, esa papada, ni esa barriga. No pertenecen al niño
que llevo dentro. No es posible. ¿Cómo puede ser el mismo?
¿Cómo habituarse a ese
cuerpo extraño? ¿Cómo comprender que cualquier maquinaria se oxida? ¿Cómo acostumbrarse
a conducir un coche viejo cuando antes conducías un coche nuevo? ¿Cómo admitir
ahora que el del espejo eres tu?

No hay comentarios:
Publicar un comentario