domingo, 22 de diciembre de 2013

OTRO FRAGMENTO DEL LIBRO

Antes de vernos inmersos en las fiestas navideñas, dejo aquí otras miguitas de lo que será mi primer libro. Que paséis todos unos días felices con vuestras familias y amigos.


Pues bien. Yo hice una cosa que cambió mi vida.

Emprendí un viaje que cambió mi forma de ver el mundo. Que me hizo tener una visión panorámica y reveladora. Que me hizo salir de mi entorno y conocer otros rincones. Que me abrió nuevas ventanas y oportunidades. Que me hizo valorar de forma sublime el bien más preciado del que disponemos los seres humanos. La única moneda que no podemos comprar, ni vender, ni descambiar, ni dividir, ni multiplicar, ni hacer grandes negocios para conseguir más.

El tiempo.

Los días, las horas, los minutos y los segundos que tenemos hasta el día de nuestra muerte, son los que tenemos. No hay más. Ni existe forma humana de conseguir más.


miércoles, 4 de diciembre de 2013

COSAS DE LA EDAD

Sigo peleándome con unas impolutas hojas blancas para poderlas convertir en un libro. Aquí os dejo algunas lineas de mi futura obra:

A día de hoy, recién cumplidos los 40, mi mente se quedó en los 20. O en los 25 si mucho me apuras. Mi mente no asimila esta incoherencia.
Cada vez que me miro en el espejo, reconozco menos a esa persona que antes llevaba melena y ahora manifiesta alarmantes claros. Esa persona que tenía un cuerpo esterilizado, atlético, y ahora entabla una feroz lucha a diario con la báscula. Ese chico que brincaba, corría y gritaba sin cansarse. Ese que comía lo que quería, sin pensar en calorías. El que no gemía cada vez que se levantaba de un asiento. Ya no reconozco esas arrugas, esa papada, ni esa barriga. No pertenecen al niño que llevo dentro. No es posible. ¿Cómo puede ser el mismo?

¿Cómo habituarse a ese cuerpo extraño? ¿Cómo comprender que cualquier maquinaria se oxida? ¿Cómo acostumbrarse a conducir un coche viejo cuando antes conducías un coche nuevo? ¿Cómo admitir ahora que el del espejo eres tu?

Koji Kabuto también tuvo que habituarse a manejar a Mazinger Z. A controlarlo y aprender a formar parte de él. Pues bien. Así me siento yo. Un ser dentro de otro ser.